jueves, 21 de octubre de 2010
Era cierto que el Tom Kaulitz que yo conocía no tenía nada que ver con el que yo tantas veces había imaginado. Bueno, en grandes rasgos sí, ya que era la misma persona con la misma cara dura y la misma personalidad. Sin embargo, nunca llegué a imaginar que aparte de todo eso, pudiese llegar a ser tan atento y cariñoso. Esos detalles, esos gestos, le convertían en una persona difícil de no querer. Era genial estar a su lado. Comprendí también por qué tenía tanto éxito con las chicas. No era solo su físico y su fama si trataba a las demás del mismo modo en que me trataba a mí, comprendía perfectamente que las pobres cayesen rendidas ante él. Pero la pregunta es entonces: ¿cómo trata a las demás?
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